Nimeria White
La suerte nunca ha estado conmigo, el asesinato que presencié es prueba de ello. Me encontré en el momento equivocado en el lugar equivocado y ¿qué iba a hacer? Exacto, acudir a la policía. El caso es que soy una testigo primordial para encontrar al asesino y el problema es que debo formar parte de una especie de programa de «protección de testigos». Lo malo de todo esto es que soy huérfana, robo para sobrevivir y no me fío de nadie, ni siquiera del inspector de policía con el que me veo obligada a vivir que, más que un agente de la ley, parece un modelo sacado de una revista. Tiene un carácter horrible y no me importa pues no dispongo de tiempo para pensar en ello porque, como todos, tengo mis secretos que son cuatro niños quienes, como yo, no tienen dónde ir. Mi deber es protegerlos, darles una buena vida y asegurarme de que están bien, pero este dios de la sensualidad cada vez me lo pone más difícil. Como ya he dicho, la suerte nunca ha estado conmigo y menos ahora que el inspector responsable de mi custodia consigue dejarme tan embobada. Tengo que centrarme y buscar una salida; necesito proteger a los niños. ¡Ayuda!