Ana de la Fuente Aznárez
Hasta mediados del siglo XX, el llamado jardín inglés de carácter paisajista era el único modelo aceptado en el diseño de un jardín en Estados Unidos. Ese paradigma era válido tanto para los espacios públicos como para las viviendas unifamiliares. Durante las primeras décadas de siglo, con influencia de las Vanguardias y de las ideas del Movimiento Moderno, se empezó a plantear, a contracorriente de lo establecido, una nueva forma de acercarse al jardín. Estos ejercicios teórico-prácticos ayudaron a abrir la mente a paisajistas y arquitectos. Surgió una nueva forma de concebir el jardín, de crear espacios al aire libre ligados al lenguaje moderno de la arquitectura con la que convivían, alejándose de la repetición del jardín paisajista como única vía practicada hasta entonces. La propiedad, casa y jardín, de Irwin Miller en Columbus, Indiana, obra del arquitecto Eero Saarinen y del paisajista Dan Kiley, representa esa perfecta unión entre arquitectura y paisaje. Se descubre como una obra extraordinaria, llena de influencias clásicas, expresadas bajo un nuevo lenguaje, donde los protagonistas, arquitecto, paisajista y propietario, acompañados del decorador Alexander Girard, marcaron un antes y un después y sentaron las bases del jardín moderno en Estados Unidos.
